Ni los errores más irremediables cobran la magnitud del error si uno equivoca bien. Errar en lo preciso es deslizar en la tecla, casi como anular el azar.
Oportuno, claro y conciso: errar bien.
Quien imaginaría que un vidrio venido a menos, diría tanto.
Que una insignificante ausencia sugeriría todo.
De haber vuelto a pegar la letra c en aquella frase, la puerta de su edificio hubiera dejado escapar toda sabiduría.